13 Mar Los mandala y su significado
La palabra “mandala” proviene del sánscrito y su significado es “círculo” o “rueda”. Cada uno de ellos tiene una interpretación diferente, dependiendo de las formas y los colores utilizados, de donde radica precisamente el secreto de su meditación.
Los dibujos o figuras de los mandala tienen formas que presentan una fuerte simetría. Casi siempre, de forma circular o cuadrangular con diferentes inscripciones. Es decir, el círculo y el cuadrado son sus estructuras básicas. De ahí su significado de rueda o círculo, una rueda que no para de girar y que en su todo alude a la vida y la muerte.
Significados que guardan las principales formas de los mandala:
- Círculo: significa lejanía. También tiene que ver con la seguridad, lo absoluto y el verdadero yo.
- Cuadrado: se relaciona especialmente con el equilibrio y la estabilidad.
- Triángulo: su significado está relacionado con el agua, la transformación y la vitalidad.
- Espiral: esta forma tiene que ver con las energías curativas.
- Cruz: símbolo de decisiones y está relacionado muy estrechamente con los cuatro puntos cardinales.
- Corazón: su significado tiene que ver con la unión, el amor y la felicidad.
- Estrella: esta forma tiene un significado asociado con la libertad y la espiritualidad.
- Pentágono: nos acerca a los símbolos de la tierra, el agua y el fuego y a la forma del cuerpo humano.
- Hexágono: esta forma tiene como significado el equilibrio y la unión de los contrarios.
- Mariposa: ésta se relacionará con la transformación, la muerte y la autorenovación del alma.
- Laberinto: muy común en los mandalas, significa la confusión, la autorreflexión y la búsqueda del centro de uno mismo.
Para trazar los mandalas, en primer lugar hay que dibujar las formas lineales de manera concéntrica para luego colorearlos.
Por otra parte, a la hora de pintar o dibujar un mandala, hemos de tener en cuenta que el diseño y los colores empleados son libres. No hay un patrón a seguir, por lo que podemos escoger aquellos que deseemos.
Lo ideal es afrontar el dibujo sin pensar de antemano cómo lo vamos a pintar, sino dejándonos llevar por nuestro inconsciente.
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